mejor que nuevo

Hace mucho tiempo vi un documental que me dejó indignada comprar-tirar-comprar sobre la obsolescencia programada y su relación con nuestra “necesidad” de consumo.


Últimamente, junto a las voces que animan a reducir el consumo, se ha promovido un corriente de consumo que evita los plásticos. No habría nada malo en ello si no fuese porque las grandes marcas se limitan a “disfrazar” de verde sus productos. Los materiales naturales (bambú, madera, mimbre) vuelven a ser tendencia. Lo vintage y lo “natural” está de moda

Durabilidad y mantenimiento.

Durante mucho tiempo los materiales plásticos y/o más tecnológicos, vienen sustituyendo a los materiales naturales argumentando durabilidad. Realmente, lo que ofrecen es una menor necesidad de mantenimiento. Nuestros padres y abuelos encalaban las casas, y repintaban barandillas, ventanas y puertas a menudo. Las carpinterías de aluminio y pvc no necesitan repintarse. Cierto. Pero ¿qué pasa cuando pierden el color por efecto del sol? Se cambian y listo. ¿Y todo ese plástico? ¡No hay problema! ¡Se recicla!
Pero entonces, ¿cuáles son más durables? ¿Las de madera o las de pvc?

Qué no nos engañen, el plástico envejece mal. Un juguete de madera o una bicicleta de acero requiere mantenimiento, reparar pintura, engranar herrajes, etc. Pero siempre será más durable que la versión en plástico y además al final de su vida útil, normalmente se podrá desmontar más fácilmente, separar los distintos materiales e incluso, en el caso de la madera, --si se han elegido bien los barnices y pinturas- ser biodegradable.

Reparabilidad y escalabilidad





Usar, tirar y reemplazar por uno nuevo es una opción aún más corriente cuando las cosas tienen poco valor y repararlas es casi más caro que comprar una nueva. Intenté reparar mi tostadora cuando se rompió. Un tutorial en internet afirmaba que lo más probable era que simplemente la cedula que fijaba y hacía saltar la palanca estuviera sucia. Pues bien, había tres tipos diferentes de tornillos, ninguno de los destornilladores que tenía por casa podía desenroscar los tres tipos. Pregunté a un ingeniero y él tampoco tenía los tres modelos. ¡Ni siquiera pude abrirla! El problema real era que estaba diseñada precisamente para que fuera realmente difícil, por no decir imposible, acceder al interior. Y luego quieren que creamos que son fácilmente desmontables para el reciclaje de sus piezas. Cuesta creerlo.

Upcycle y segunda mano

Porqué la solución a la obsolescencia programada se llama economía circular y consiste, simplificando mucho, en que los “residuos”, sean de nuevo “recursos”.


A nuestra pequeña escala doméstica, practicar el upcycling. Utilizar lo que ya no sirve para un uso muy diferente del que fueron concebidos, alargando la vida útil. O aprender a remendar. ¿Cuántos de vosotros podrías cambiar una cremallera? Yo no, lo confieso.


Otro frente des del que luchar contra esa necesidad de “nuevo” que nos han impuesto son las redes de segunda mano. Comprar y vender de segunda mano es también dar una segunda o tercera oportunidad a los productos. Es ser capaz de entender que no es necesario que china fabrique una bicicleta para cada niño occidental. Una misma bicicleta puede usarse para enseñar a pedalear a muchos niños antes de convertirse en chatarra. 

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Así que este mes en nuestros #12pequeñoscambios os invitamos a buscar la manera de alargar la vida de lo que ya tenemos en casa, ya sea reparándolo, remendándolo, aprovechando sus partes para construir algo completamente nuevo, o, habiendo agotado las otras opciones anteriores, intercambiarlo o venderlo de segunda mano. Reflexionar sobre durabilidad, mantenimiento y reciclabilidad, antes de comprar algo y apostar por alternativas al plástico siempre que sea posible, aunque requieran mantenimiento. Demostrar que, con una buena capa de pintura, o tapizándola de nuevo, esa vieja silla, puede ser un mueble vintage #mejorquenuevo.





Comentarios

  1. Ostras, ¡qué post tan bueno! Nunca lo había visto desde el punto de vista de que las cosas de madera, metal, etc, no es que no duren más, es que simplemente necesitan más mantenimiento. Yo estoy intentando aprender a remendar ropa, pero sólo porque ODIO (en mayúsculas) comprarme y la que tengo y me gusta me gustaría que me durara.

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  2. Yo también vi ese programa sobre la obsolescencia programada y me indigné muchísimo. Y tampoco había pensado que las cosas de materiales no plásticos necesitan mantenimiento. ¡Es verdad! Yo lo de la ropa lo llevo bastante bien, nos pasan mucha y compramos poca, solo cuando realmente la necesitamos. Pero hay otras cosas en las que caigo siempre. Y confieso que me cuesta mucho lo de la segunda mano... Voy a pensar exactamente qué puedo hacer. ¡Besos!

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