Empiezas tu tercer año de vida y en él toca dejar de ser bebé. Dejarás, con suerte pronto, los pañales. De los chupetes y los biberones no quisiste saber nada, así que una perdida que te ahorras.
Caminas ya con paso firme. El cochecito en casa y tú a pie y
con la mochila colgando, saludando a todo el barrio, con tu permanente sonrisa.
Eres risueño y sociable, pero también tienes carácter. Un “NO” tuyo tiene la
firmeza del alguien a quién va a costar convencer de que baje del burro. La que
nos espera. Porque también llega en este año la temida fase de las rabietas. Ya
apuntas maneras. Ya decides que chaqueta quieres y cuándo ponértela.
¿Dónde está aquel bebé que quería estar todo el tiempo
colgando de mí? Sólo lo recupero cuando te agarras a mi pecho y se detiene el
mundo. Hasta para eso tienes las ideas claras. Has aceptado bien que no
cualquier momento vale. Pero en cuanto llegamos a casa, solo me das apenas unos
segundos para quitarme la chaqueta y los zapatos y dejar el bolso. Vigilando
con el ceño fruncido para que no tarde demasiado. Me guías hasta el sofá de la
mano y me indicas con un parco “aquí” que me siente. Y si no levanto yo la
camiseta, ya tú te encargas. Te apresuras a reclamar “l’altre” (el otro) en
cuanto vacías una teta. No sea que intente distraerte.
Hablas poco, parco en palabras, eliges bien las pocas que
necesitas para que te entiendan. La que pronuncias mejor y con más cariño es el
nombre de tu hermana. Para ella reservas el primer abrazo del día, la primera
sonrisa.
Por las noches, ¡que novedad!, te levantas cómo si tuvieras
un resorte, al mínimo ruido. No sea que si te quedas estirado te venza el sueño
antes de que yo te saque de la cuna. Supongo que la cuna es otra de las
renuncias del tercer año. Está por ver si la cambias por tu propia cama y
habitación o alagamos aún más el #colecho.
Qué contradicción, querer ser mayor, querer hacer las cosas
solo, rechazar la trona, el babero y sin embargo sentir que nunca querrías
dejar de ser bebé, para seguir obteniendo calor, amor, alimento del pecho de
mamá.
Felices dos, nino. Yo te quiero tal y cómo eres, bebé y niño, pequeño y grande, tan independiente y tan apegado al tiempo. Que todas las renuncias del bebé, este año, sean ganancias para el niño que estas gestando.
Mmmmm.... que delicia!!! Pero... sabes que? No se acaba asi como asi...
ResponderEliminarEn mi caso senti un vértigo indescriptible al llegar a los seis meses, ya se me iba a terminar la lactancia?? Ya?? Y llegó hasta los cinco años. Hoy en dia, a los siete y medio aun da algún chupetón!!
Es maravilloso ver como van creciendo. Y puedes estar segura, todo el esfuerzo por la lactancia, el porteo, el colecho, la disponibilidad,... no es solo disfrutar de tu maternidad... es una inversión de futuro!!! ;)
Felicidades a los dos...
Muchas felicidades!! A los dos! que como dice Adi, esto no se acaba de pronto. Es tan gratificante verlos crecer, desarrollarse, y formarse.. Da vértigo ver que el tiempo pasa rápido, pero al mismo tiempo es parte de la aventura. A seguir disfrutando que van a seguir viniendo cosas muy interesantes :)
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