Pues pasó Mayo, en lo que visto en perspectiva, parece un suspiro. Luego lo piensas con calma y dió para mucho.
Hubo un gran evento familiar, con sesión de fotos familiar incluida. Debería hacerse más a menudo, eso de hacerse retratar cada tanto. También recibir visitas de lejos, que rompan con la rutina y te abracen el corazoncito recordándote que no hace falta verse a menudo para querer a alguien, para que sea importante en tu vida y le tengas en cuenta.
También seguí engrosando la lista de lo leído.
Y tejí entero un chal. Es la segunda vez que tejo este patrón y le hice tan poco caso como la primera vez: me sigue fallando la descripción del punto brioche y lo hice cómo me enseñaron y no cómo describe el patrón. Y las vueltas cortas cada vez y media, y aún así, el borde queda ancho y la lana de contraste justa, 100 gr.
Los colores estan tan fuera de mi zona de confort que no sé si quedará bien con algún abrigo de mi armario. Tendré que lucirlo en un total black look. O regalarlo. No creo que le falten candidatos a adoptarlo.
Pero Mayo fué el mes en que más que tejer, lavé con mimo lo tejido para guardarlo hasta el próximo otoño. Tardó en llegar el calor esté año y hacía tiempo que no teníamos aquí primavera, así que hemos usado el sayo casi hasta el cuarenta de abril. Pero en los últimos días de Mayo ya empezaron las temperaturas veraniegas y yo lavaba los últimos jerseys tejidos a mano.
La lana hay que lavarla poco. Es muy antibacteriana. Pero dos o tres veces al año conviene bloquear los jerseys, pasarlos por remojo y dejarlos secar al aire en plano, bien estirados. Luego los guardas en bolsas de algodón y pones cerca unas rodajas de cedro y cruzas los dedos para que no vengan a casa las polillas y te lleves una sorpresa (desagradable) a la vuelta del frio.
Cosí unas cuántas bolsas con una sábana vieja. Pero tengo bastantes más jerseys, así que las tote bags publicitarias hacen buen servicio guardandome los jerseys durante el verano.
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